Acuarela, 60x 30 cnts.
Acuarela 40 x 30 (original ahora propiedad de mi buen amigo Miguel A. Ortega)
Despiertan las grullas en un embalse extremeño, media ya enero y poco a poco los días son cada vez más largos, el ambiente esta gélido y puedo ver como de sus picos sale el vaho de su respiración, los colores rojizos del amanecer se estrellan en el agua y perfila sus siluetas, saben que en unos días han de regresar a sus campiñas centroeuropeas para iniciar un nuevo ciclo de vida, allí los adultos que no han perdido a sus parejas en la invernada celebraran sus cortejos de fidelización, los demás, incluidos los jóvenes de años anteriores habrán de buscar una pareja.
Este sera un nuevo viaje, desde sus dehesas y paramos encharcados del suroeste peninsular, atravesando a gran altura ciudades como Madrid, pueblos pequeños con chimeneas humeantes y los parajes desolados de Castilla, ¿Que pensaran al ver allí abajo tantas luces y formas extrañas?, lugares que las van cercando, tabú para sus largas patas.
Las grullas son el ultimo espíritu salvaje de la Europa sin fronteras, un símbolo que nos recuerda que la división de las tierras es algo artificial, que desde la taiga siberiana hasta el matorral mediterráneo es todo una unidad, que nosotros los humanos nos dedicamos a desmembrar, a herir con faraonicas obras publicas y campos cuajados de desechos y carreteras.
El día que estos animales no surquen los cielos primaverales, se podrá decir con todo derecho: "El ser humano a fracasado como especie", y ojala esto no ocurra nunca!
Texto y acuarelas: Angel Febrero
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